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Amber Heard y la muerte del #MeToo

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Pero no es solo internet. “Créanles a todas las mujeres, excepto a Amber Heard”, bromeó hace poco Chris Rock. Un sketch de Saturday Night Live del pasado fin de semana convirtió una de las acusaciones más descabelladas de Depp contra Heard en una sátira, tratándola a ella como figura de burla y a él como un encantador bribón.

Eso no significa que el caso sea sencillo. Heard admitió haber golpeado a Depp, y la grabaron insultándolo y menospreciándolo. El consejero matrimonial de la pareja testificó que se dedicaban al “maltrato mutuo”, y dijo de Heard: “Para ella, iniciar una pelea era motivo de orgullo, si sentía que le faltaban al respeto”.

Algunos expertos en violencia doméstica consideran que el maltrato mutuo es un mito, argumentando que, aunque ambos miembros de una relación tóxica pueden comportarse de forma terrible, uno suele ejercer el poder sobre el otro. Pero incluso si se cree que Heard actuó de forma inexcusable, la idea de que ella fuera la principal agresora —contra un hombre más grande y con muchos más recursos, a quien grabaron diciéndole groserías por atreverse a hablar de forma “autoritaria”— desafía la lógica.

De hecho, uno de los detalles más salaces del juicio —el que se ha utilizado para mofarse de Heard en todos los medios de comunicación— podría encajar fácilmente en una historia de victimización. Depp, como ya lo sabemos, acusó a Heard o a uno de sus amigos de defecar en su cama como acto de venganza, y su guardaespaldas dijo que ella había confesado haber hecho una broma que salió mal. Heard declaró que uno de sus perros, incontinente desde que se comió la hierba de Depp cuando era un cachorro, ensució la cama. “En realidad, no fue un momento jovial y no creo que eso sea divertido, y punto”, dijo. “Es asqueroso”.

Si está diciendo la verdad, debemos maravillarnos de lo mucho que Depp y su equipo han manchado su nombre. Cuando Depp testificó, las etiquetas #AmberTurd y #MePoo se dispararon en internet. La imagen de Heard, una mujer cuya marca es el glamour rubio extravagante, está ahora vinculada, quizás de forma permanente, al excremento. Si Heard no es una psicópata, es la víctima de un verdadero y sádico golpe a su reputación.

Cabe señalar que, en 2020, Bot Sentinel, un grupo que rastrea la desinformación y el acoso en línea, fue contratado por los abogados de Heard para analizar la campaña en redes sociales contra ella. “Todo el mundo piensa que cualquier actividad contra ellos son bots o lo que sea”, me dijo el fundador del grupo, Chris Bouzy. Pero en este caso, algunas cuentas lo eran: Bouzy calculó que había 340 cuentas de Twitter “no auténticas” dedicadas a difamar a Heard y a amplificar las peticiones que pedían que la despidieran de sus proyectos como actriz y modelo. “Un pequeño número de cuentas puede dirigir las conversaciones en Twitter”, explicó.

Sin embargo, aunque los troles y los bots hayan contribuido a alimentar la manía contra Heard, es evidente que hay mucha gente real que participa en el escándalo. Algunos de ellos son admiradores obsesivos de Depp; como escribió Kaitlyn Tiffany en The Atlantic, hay un historial de comunidades en internet que adoptan una fijación “en las teorías acerca de que los artistas varones a quienes admiran eran manipulados y torturados por parejas románticas femeninas menos famosas”.

Source: NY Times

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