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El peligro del veredicto de Amber Heard

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Durante el juicio, los miembros del jurado escucharon una grabación en la que Depp se mofaba de Heard, utilizando una obscenidad: “Te di un cabezazo en la frente. Eso no rompe una nariz”. (Depp declaró que fue un accidente). Escucharon a una maquillista que testificó sobre cómo cubrió los moretones de Heard. Oyeron un mensaje de texto que Depp escribió en el que decía, con groserías, que esperaba que el “cadáver putrefacto de Heard se pudriera en la cajuela de un Honda Civic” y otro en el que fantaseaba con tener sexo con su cadáver quemado. Vieron un video en el que se veía a Depp dar tumbos en la cocina, rompiendo gabinetes mientras ella intentaba calmarlo. Escucharon una grabación en la que el hombre le gritaba por atreverse a hablarle de forma “autoritaria” y otra en la que la amenazaba con cortarse mientras ella le rogaba que dejara el cuchillo.

Pero también escucharon a Heard admitir que golpeó a Depp y se burló de él, cuando dijo que nadie tomaría en serio sus denuncias de ser una víctima de violencia doméstica. (Ella dijo que solo lo golpeó en defensa propia). Oyeron a la abogada de Depp interrogar a Heard sobre notas en las que se disculpa por “herir” a Depp, aunque ese comportamiento no sería extraño en alguien que sufre abusos. Oyeron la afirmación de Depp de que había perdido un papel importante en una película tras la publicación del artículo de Heard. Y pusieron precio a sus respectivas lesiones.

Las repercusiones de este caso llegarán mucho más allá de Heard. Todas las víctimas de abusos domésticos o sexuales deben enfrentarse ahora a la posibilidad de que, si deciden contar su historia de manera pública, podrían acabar en la bancarrota por indemnizaciones para sus agresores. Marilyn Manson, amigo de Depp, ya demandó a la actriz Evan Rachel Wooden, una de las muchas mujeres que denunciaron ser víctimas de abusos sádicos perpetrados por él. No será el último.

Como señaló el Day by day Beast, pocas de las figuras de Hollywood que hablaron durante el apogeo del movimiento #MeToo han manifestado su solidaridad con Heard, una postura que requeriría un mínimo de coraje dado el poder de la reacción negativa del #MeToo y la evidente popularidad de Depp. Puede que Heard esté acabada. Una de las afirmaciones de su artículo en The Washington Publish que se consideró difamatoria fue: “Tuve la extraordinaria ventaja de ver, en tiempo actual, cómo las instituciones protegen a los hombres acusados de abuso”. El juicio que perdió acaba de probar que estaba en lo correcto.

Heard no es un genio irremplazable como Roman Polanski, quien se declaró culpable de mantener relaciones sexuales ilícitas con una niña de 13 años; tampoco es una gran máquina de hacer dinero como Mel Gibson, quien se declaró como nolo contendere (una figura authorized en la que el acusado no refuta los cargos) por golpear a su exnovia Oksana Grigorieva, a quien amenazó en una grabación con meterla en un “jardín de rosas”. Según la contrademanda de Heard contra Depp, además de llamarla “cerda”, “puta”, “prostituta drogadicta” y otros múltiples insultos, Depp se refirió a ella como “desechable”. En eso, al menos, puede que tenga razón.

Michelle Goldberg es columnista de Opinión desde 2017. Es autora de varios libros sobre política, religión y derechos de las mujeres, y formó parte de un equipo que ganó un Pulitzer al servicio público en 2018 por informar sobre acoso sexual en el trabajo. @michelleinbklyn



Supply: NY Times

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